Año 1995. Stieg Larsson, autor de la trilogía que nos ocupa en este blog, crea la Fundación Expo, con el objetivo de luchar y denunciar actitudes racistas. Larsson dirigía esta fundación y muchos periodistas amigos de Larsson trabajaban gratis en ella. De hecho, según se ha llegado a saber, Expo es la inspiración de la revista Millenium de la serie.
Y es que es conocido que desde 1983, cuando Larsson empezó a escribir para la revista antifascista inglesa Searchlight, le empezaron a llover amenazas de grupos de extrema derecha. Aun y esto, Larsson siguió escribiendo libros y artículos contra grupos neonazis. Además, fue consultado por Scotland Yard y la OSCE y creó en los años 80 el proyecto Stop the Racism, el mejor –según su compañero de trabajo Baksi- archivo de Escandinavi sobre extrema derecha de racismo e intolerancia. Larsson siguió escribiendo varios libros de investigación periodística acerca de los grupos nazis de su país y de las conexiones entre la extrema derecha y el poder político financiero.
Y es este compañero, en sus intervenciones en diversas entrevistas, recuerda que Stieg decía que, aunque en todas partes hay gente mala y buena, hay tres fuentes de problemas básicos sobre los que se focaliza el nazismo: el sexo, la raza y la clase social.
En este sentido, Larsson plasmaba su pensamiento en los libros y la trilogía Millenium es un claro ejemplo. Si nos fijamos, el sexo, la raza y la clase social son temas alrededor de los cuales se articulan los temas que saca a la luz la revista ficticia que da nombre a la trilogía que nos ocupa, Millenium. Y este hecho parece una manera de hacer una crítica al nazismo des del punto de vista novelístico. Y precisamente en la originalidad del tratamiento de la crítica recae el éxito de sus libros. Porque si uno escribe un libro en que dice claramente “los nazis son los malos” puede resultar tópico, pero si lo que se hace es introducir una serie de elementos que son tomados como algo negativo puesto que a ti son cosas que te parecen mal consigues transmitir mejor la idea.
En realidad, en el primer libro se nos da una pista de todo esto, pues se deja una puerta abierta al nazismo: los sospechosos eran, curiosamente, nazis. Y esta idea se potencia también en el segundo. De hecho, los moteros que envían para matar a Lisbeth llevan emblemas nazis –son, claramente, los malos-. Y, si nos fijamos, en todo lo malo que saca a la luz (corrupción, asesinato…) siempre están los nazis detrás. A través de la saga de Larsson y de la revista ficticia de esta trilogía, podemos identificar bien estos tres temas.
Así, mientras que en la primera novela el autor denunciaba el abuso de poder económico, a los neonazis, y hace una defensa de la mujer, en el segundo ataca el tráfico de mujeres de los países del Este y las redes de prostitución. Podemos leer como dos colaboradores de la revista ‘Millenium’ se quedan a punto de sacar a la luz un escándalo sobre el comercio sexual en Suecia, y son, por ello, brutalmente asesinados. Y ahí el dilema de la clase social: el que tiene el dinero, el que tiene el poder, mueve el mundo a su gusto mientras que los que disponen de clase social más baja deben bailar alrededor como marionetas. De hecho, el tercer libro, que desvela el final, por así decirlo, de todas estas tramas nos deja ver como es, el gobierno sueco, el poder sueco, uno de los grandes culpables de toda la situación desencadenada.
Ya para acabar, una última cosa: Millenium es un nombre algo curioso. Si tenemos en cuenta que los nazis hablaban en sus teorías de “el imperio de un millar de años”, Millenium (Milenio) no parece un nombre con doble sentido?
Janet Escusa Sánchez
[Análisis sobre cómo trata el sexo, la raza y la clase social en la revista protagonista de la trilogía de Larsson, Millenium]
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